Reseña sobre la pintura "Para nosotras las mujeres Eco" de Ninfa Torres, seleccionada en la V Bienal de Veracruz 2020.
Autora: Fernanda Baldelomar
“Para nosotras las mujeres Eco” por Ninfa Torres es una obra seleccionada para la V bienal de Veracruz, México, en la que también obtuvo una mención honorífica, y no es para menos.
Se trata de un autorretrato en el escenario de la cocina. Alrededor de Torres, se encuentran objetos, en tono de bodegón, históricamente asociados con lo femenino, como alimentos, utensilios de cocina y electrodomésticos, que también referencian a la marca de estos cuyo eslogan es ‘Para nosotras las mujeres Ecko’. También se encuentra, indirectamente asociado a La historia de la belleza por Umberto Eco.
Los objetos Ecko y el libro de Eco hacen referencia a aquellos únicos campos posibles para las mujeres dentro de un sistema patriarcal; la cocina y la belleza. Torres, mujer, les da la espalda a estos campos. Además, Eco fue también el nombre de una ninfa condenada al silencio por la Diosa Hera como castigo por no haber sido lo suficientemente bella para apartar a Narciso de su reflejo.
Ese gesto de rechazo es ejecutado en una posición de cuclillas que hacen referencia a lo único realmente natural para la mujer: parir, orinar, defecar, menstruar. Por lo que, fue catalogada como ‘desagradable’, ‘horrible’ y ‘bizarro’, entre muchas otras despectivas apreciaciones. Pero la obra prevalece, por su técnica y relevancia en el contexto actual.
Actualmente dentro del movimiento feminista ha surgido una vanguardia: el transfeminismo. Esta vanguardia que defiende los derechos y la inclusión de mujeres trans, ha tachado el cuerpo de las mujeres y sus funciones naturales como ofensivas. No todas las mujeres menstrúan, ni tienen genitales femeninos, dicen ellas, ergo, a quienes los tengan no se les debe llamar mujeres, sino ‘cuerpos menstruantes’. Lo que sí consideran las transfeministas que son las mujeres, son aquellas que poseen todas las cualidades que las hacen ‘sentirse’ mujer, lo que llaman ‘la conquista de la feminidad’, es decir, lucir una belleza femenina y cumplir roles de género; la belleza de Eco y la cocina de Ecko, propiamente.
La reafirmación de roles y belleza femenina promueve el castigo y condena a las otras, las cis, las Eco, como la ninfa, que están siendo desplazadas como sujeto político por que otras ‘conquistaron la feminidad’ mejor o antes que ellas. Y son estas Eco de las que solo se terminará oyendo una voz lánguida que apenas resuma en el escenario político. Torres traza la línea. Expone el cuerpo femenino fuera de la idealización trans, masculina y social. Es una respuesta actual a un problema histórico pero que cobró fuerza en la actualidad con invisibilización del término ‘mujer’.
Posiblemente, odiada por su mensaje y considerada incomoda por las emociones que despierta, Torres vierte su idea con maestría en técnica. Considerándose una obra realista, la protagonista es retratada con proporciones precisas que exageran todo aquello que incomoda y reta a la belleza esclavista, como la grasa recubierta de piel, los pezones que ocupan espacios, los senos que caen, el cabello desarreglado y la mirada desafiante directa a quien la observa. Además del uso de la luz y sombras, que hiciera parecer que se observa un momento íntimo pero que en realidad alumbra completamente aquello que no desearían ver. Ninfa Torres no solo hace una apología de lo que una mujer realmente es, sino que crea una antítesis de lo que ‘mujer’ representa para la sociedad, desafiando la belleza, el género y sus roles, para hacer prevalecer el sexo históricamente oprimido.
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