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LEJANA INTROSPECCIÓN

Actualizado: 15 jun 2021

Valeria Nicol Ortiz Orellana


Fotografía: Valeria Ortiz


Me agrada poder convertirme en algo que no es un humano. Solo a veces.

Me agrada porque puedo observar esas vidas como algo extraordinario.

Como cuando solía ver documentales de la sabana en televisión por cable.

Me agrada poder convertirme en algo que no es un humano.

Y me agrada poder ver que la gente anda muy metida en sus cosas. Ocupada en quién sabe qué.

No lo sé, porque no soy un humano. No puedo entender las cosas que los humanos hacen.

Me agrada poder convertirme en algo que no es un humano. En especial, cuando se ponen histéricos por cosas que no me pondrían histérica a mí. Justamente, porque no soy un humano, y no habito en el mundo que los humanos habitan.

Es divertido, sí. Pero la diversión se acaba cuando mi humano necesita volver a despertar.

Cuando mi humano, que ha experimentado todo lo humano, me dice que les debo algo a todos esos otros humanos. Yo no tengo nada que ver.

Pero mi humano, aprendió muy bien cómo comportarse. Sigue muy bien las reglas de los humanos. Por mi parte, creo que es un fastidio.

Por eso me agrada poder convertirme en algo que no es un humano.


Eso me recuerda que, de paso, a mi humano se le ocurrió nacer en una generación de humanos malditos.

En una generación de humanos que, como las pasadas y futuras, juró y perjuró ser la mejor.

En una generación de humanos que, como a las pasadas y futuras, les tocó y les tocará rebelarse.

¿Contra quién? Contra otro montón de humanos malditos.

Qué pereza.

Por suerte, yo no tengo nada que ver. Porque yo no soy un humano.

Porque yo no quiero cumplir con nada de lo que nos exigen a mí y a mi generación las generaciones pasadas y futuras.

Esos son asuntos de los que los humanos deben encargarse. Yo no. Yo no quiero ser mejor que ninguno de ellos.

Por eso me agrada poder convertirme en algo que no es un humano.


Pero los humanos tienen algo. Un algo, que cuando no soy un humano, no tengo.

Un algo, que me hace querer tomar toda la responsabilidad que conlleva ser uno.

Los humanos, pueden amar y sufrir como humanos.

¡Qué sublime desdicha!

Pues la persona que más amo en este mundo, cuando ya no pueda convertirse en un humano, será la persona que más me haga sufrir.

Pero acepto sufrir, si primero mi humano es amado.

Y si aprende a amar más de lo que es amado.

Eso es lo único que quiero. Poder experimentar ese algo, que es puramente humano. Y que solo como humano, puedo experimentar.

Mi humano, que ha experimentado todo lo humano, me lo ha dicho.

Y por eso me agrada poder convertirme en algo que no es un humano. Solo a veces.

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